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Mostrando entradas de junio, 2020

Una noche de confinamiento

Un hombre acostado en la cama junto a una mujer que ronca. Él no puede dormir y, de repente, entre los ronquidos de la mujer, uno suena diferente, como el sonido metálico y sordo de la transición de una diapositiva. Al girarse para mirar, el hombre ve que la mujer está proyectando imágenes con sus ojos en el techo. El hombre flipa, claro, pero antes de que pueda reaccionar, escuchar el sonido de un cencerro proveniente de la calle. Es una noche de verano que no baja de los 28 grados. Movido ante tanta extrañeza, se incorpora de la cama y se asoma a la ventana mientras la mujer sigue proyectando diapositivas. Por el medio de la calle un enorme buey avanza despacio, pesado, pezuña izquierda, pezuña derecha, con su joroba bamboleante.  El hombre baja los escalones de tres en tres, su ruido rebota por toda el hueco de la escalera y se pierde en las buhardillas. Arrastra la puerta de madera del portal. En la calle, el aire caliente del verano está perfumado de lavanda. De las ...

Los tres lobitos y el cerdo

-Abrid la puerta. De verdad, os juro que vengo en son de paz. Sólo quiero hablar - susurra una vocecita al otro lado de la puerta. “”Flap!”. Un gapo atraviesa el salón a toda velocidad. El proyectil se cuela por la ranura del buzón y le acierta en el ojo al capullo que nos acaba de despertar de la mejor de las siestas. -Ya te puedes ir a tomar por el culo - le grita Tibo, mientras recarga otro flemón pastoso de recién levantado.   Sobre la mesa hay una cazuela con los restos del Casoulet que Martine preparó con lo que se encontró en un contenedor. Tortu está de los nervios y corre hacia la puerta para asegurarse de que todos los cerrojos están echados. Ayer me quedé hasta tarde después del concierto. Al final no podía ni volver a casa de la mierda que llevaba y he amanecido en un sofá que apestaba a pis de gato. Aunque para peste el casoulet de Martine. Creo que algo no me ha sentado bien. Antes abrí la boca, pensando que iba a bostezar, y se me escapó un chorro a pre...

Este verano quédate en casa

El año pasado trabajé como guía turístico en Bruselas. Era verano y no parecía que todo lo que había aprendido en la escuela sobre André Bazin y el cine social fuesen a pagarme unas vacaciones en Ámsterdam. Decidí pasarle mi curriculum a uno de esos tipos con paraguas que atraen a los turistas. Al día siguiente me llamaron: el puesto era mío. No había hecho ninguna entrevista, ni hablamos de condiciones de trabajo. De hecho, fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía ni idea de la historia de mi país de acogida. Seguí las visitas de un par de guías para inspirarme. En una semana estaba trabajando. En un par de meses estaba hasta la polla. Mi trabajo consistía en llevar grupitos de turistas de Bruselas a Amberes. Íbamos en tren, les paseaba un par de horas y luego les dejaba algo de tiempo libre para que hiciesen más fotos. Llegó un momento en el que no podía ni mirarles a la cara. A esa gente les daba igual el secreto de la luz de Rubens o la historia del...

Soy un bebé de dos años con los huevos llenos de amor

¡Qué pasa, fosa séptica! Ahora que lo pienso, ya llevo casi un año estabulado aquí, en este pueblo despoblado rodeado de maizales y perros porculeros. Y, a decir verdad, yo también estoy más salido que la napia de Santiago Abascal. En mi cabaña no hay wifi para el Tinder y es difícil comunicarse con las mujeres del maíz sin hablar francés. Por eso he desarrollado mi propio método, y, de momento, no me ha ido nada mal. Es un método serio, con su teoría y su práctica, más eficaz que las powerbalance. La teoría es que los años que pasas en el extranjero son como los años de los perros. Un adulto que llega a un país con otra lengua, que tiene que aprender de cero, multiplicará por dos su capacidad de comunicarse por cada año que pase en ese sitio. Yo, por ejemplo, llevo ya unos cuantos meses en Francia, pronto hará un año, por lo que tengo una capacidad de relacionarme con los demás equivalente a la de un bebé de dos años. Un bebé de dos años con los huevos lle...

Asalto a la gorda del dinero

¡Buenas, cerebro!  Esta semana sigo dándole vueltas a las consecuencias del amor, mi amor por X Æ A-12. Y, como ya sabrás, a veces, la forma más rápida para acabar en chirona es estar enamorado. Vaya que lo mío no es un amor cualquiera, no es una relación convencional, de sexo vainilla. Ya te dije en mi carta de hace una semanas que estoy enamorado de nuestra máquina X Æ A-12. No es una amor correspondido, pero yo estoy loco por ella. Los dueños de la plantación van a sustituirla por una maquina mejor, más joven, más grande. Y no puedo permitir que me arrebaten a mi amor. Así que los punkis de Toledo me han convencido para que sea el perpetrador de una fechoría que se les ha ocurrido. El plan es el siguiente: mañana es día diez, como sabéis, día de pagos - Lleva la voz cantante El Visto, que tiene cerebro pero la dicción de un macaco de Gibraltar - Sabemos que los señores tienen otra nave de maíz como a diez kilómetros de aquí, así que mañana, cuando terminen ...

Busco título

Hoy es un día importante. Me toca presentar la sinopsis para el corto de fin de carrera. Aquí la escuela de cine es bastante estricta: sólo tienen presupuesto para financiar seis proyectos de una docena de alumnos. Todo muy competitivo. Hay gente que lleva trabajando en esto durante meses; otros han repetido año y venderían a su madre por dar con una buena historia. Está en juego mucha pasta. Ser uno de los seleccionados puede suponer una prometedora carrera en el cine. Ya me conoces. Como de costumbre, he ido dejándolo para el último día y ayer me di cuenta de que ya sólo me quedaba una noche.   Escribir una sinopsis es algo que puedes hacer en lo que te preparas un café. Sólo tienes que resumir la historia en un par de líneas. Lo verdaderamente jodido es encontrar la historia. Sentarse a escribir sin un plan inicial es un acto de fe. La inspiración no se busca, se encuentra.   Después de pasar horas viendo vídeos de gatos, zamparme una bolsa de Doritos y descubrir...

Alicia de costo

¡Hola, jodido! El sábado pasado, el perro porculero de los vecinos, Capí, estaba intentando follarse a una farola cuando volvíamos del trabajo exactamente diez minutos después de haber salido de casa. El remolque de maíz no había llegado ese día y ahí estaba yo a las 7 de la mañana con el estómago vacío y medio litro de café soluble en las venas. Jota propuso que nos liáramos un canutillo y yo le dije que sería buena idea que alguien sacara a ese perro a pasear y a ver mundo. Así empieza la aventura de un sábado por la mañana a la que he llamado "Alicia de costo". Jota llevaba a Capí entre las piernas en el asiento del copiloto mientra yo conducía con una mano y fumaba costo con la otra. Habíamos subido el coche a lo alto de la loma que hay enfrente de nuestra casa, lo que viene siendo la línea del horizonte. Le había pegado ya un par de caladas al porro y mi conducción empezaba a parecerse a los autos de choque, por lo que Jota me sugirió que aparcáramos ahí, en...

La fábrica de colchones abandonada

He vuelto unos días a casa de mi viejo; para hacerle compañía y así. Ahora le ha dado por tirar cosas. Dice que va a convertir mi cuarto en un despacho. He tenido que rebuscar entre un montón de morralla, pero ha valido la pena. Mira lo que me encontré escrito en un bloc del cole: -La fábrica de colchones abandonada- Vamos a jugar al conejo de la buena suerte... El quinto piso se ilumina con las pequeñas fogatas que han hecho dentro de la fábrica de colchones abandonada. El gobierno no piensa pactar con terroristas, lo han dicho por la tele.   Violeta tiene la piel pecosa y cuando hace calor se le encienden las mejillas.   A veces lo más valiente es salir corriendo. Ha venido mi abuelo para cuidarme y pasar juntos el fin de semana.   Todos han subido al quinto piso pero yo me he quedado en el hall de entrada.   ¡Venga, échale un par de huevos! Pienso en ese hombre solo y muerto de miedo dentro del zulo.   No debería haberme separado d...