Vivir del cuento
¡Saludos, mequetrefe!
Me acuerdo mucho de lo que hablamos sobre el choque cultural y lo jodido que es hacerse pasar por europeo. El otro día estaba en la piscina y un tipo casi se abre la cabeza al resbalarse. Sí, como lo oyes: he empezado a hacer deporte. Una dieta a base de fritanga y cerveza barata exige ciertos sacrificios. El caso es que antes de esnucarse, al fulano le dio por sorprendernos con una coreografía digna del mejor bailarín de Riverdance sufriendo un infarto. Parecía Chiquito de la calzada cuando hacía eso con la pierna. Intenté contener la risa mientras un grupito de bañistas se acercaba a socorrerle. Todos preocupados, los socorristas llamando a una ambulancia y yo ahí muerto de risa. Me cambié y me marché a toda prisa.
Luego, tomando algo, intenté explicarle a un amigo por qué los saltitos de un señor con camisas imposibles habían supuesto un antes y un después en el humor de mi país. Joder, si hasta llegaron a imprimir su cara en los tazos como hacían con el retrato de los reyes en las monedas.
Nada, imposible. Le enseñé videos, le expliqué los chistes pero, claro, explicado pierde. Para acceder al artista había que formar parte de su séquito y entender el impacto socio-cultural de su obra en un país deprimido y deprimente. Su entonación y cada uno de sus movimientos eran replicados minuciosamente en cenas de familia, en los patios de los colegios o a la salida de los tanatorios. Comulgar con él era un acto de fé, algo atávico e irracional que no se puede explicar, como sus chistes. Dicen que el arte, como la política es un reflejo de su tiempo. Chiquito fue a Duchamp lo que un urinario al arte: una estafa.
En un par de meses tengo que entregar un guión para el corto de fin de carrera y no sé qué voy a hacer. Tuve un par de ideas: un thriller inspirado en el caso Blesa o una sex comedy con ancianos en una residencia para la tercera edad. No sé, me parece que ninguna de las dos vale realmente la pena. Me gustaría escribir algo capaz de revolverte las tripas, algo liberador: como un salto al vacío o un tazón de Special K.
Antes asomarse a una pantalla era un pasatiempo de valientes. En sus orígenes, los feriantes crearon los cines para ver cómo todos vecinos de un pueblo se cagaba encima, a la vez. Exponerse en grupo crea lazos fuertes, como los ex-combatientes o la gente que decide enamorarse. Y hablando de pillarse, te escribo todo esto desde una cafetería a la que suelo venir. Esto está lleno de almas solitarias enchufadas al portátil. Todos pretendiendo trabajar mientras releemos una y otra vez los mismos anuncios de Facebook. Muchos venimos aquí intentado cruzar una mirada y quién sabe. A mi aún no me ha pasado nunca, pero no pierdo la esperanza.
Sigo pensando en la cajera de la semana pasada, la de los labios cortados. No sé si te acordarás. El jueves volví a pasarme por el Marks n Spencer para ver si volvíamos a cruzarnos pero nada. Creo que sólo trabaja los fines de semana. Seguiré informando.
Antes asomarse a una pantalla era un pasatiempo de valientes. En sus orígenes, los feriantes crearon los cines para ver cómo todos vecinos de un pueblo se cagaba encima, a la vez. Exponerse en grupo crea lazos fuertes, como los ex-combatientes o la gente que decide enamorarse. Y hablando de pillarse, te escribo todo esto desde una cafetería a la que suelo venir. Esto está lleno de almas solitarias enchufadas al portátil. Todos pretendiendo trabajar mientras releemos una y otra vez los mismos anuncios de Facebook. Muchos venimos aquí intentado cruzar una mirada y quién sabe. A mi aún no me ha pasado nunca, pero no pierdo la esperanza.
Sigo pensando en la cajera de la semana pasada, la de los labios cortados. No sé si te acordarás. El jueves volví a pasarme por el Marks n Spencer para ver si volvíamos a cruzarnos pero nada. Creo que sólo trabaja los fines de semana. Seguiré informando.
Espero que estés bien. No sé cómo puedes aguantar la vida allá. Yo, en tu lugar, hubiese perdido la cabeza hace tiempo. A ver si te pasas algún finde.
¡Varazos!
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