Resaca

¡Orejotas! Llevo todo el día pensando en escribirte pero no ha sido fácil. Ayer la cosa derrapó un poco y esta mañana he amanecido en un estado lamentable. Creo que voy a dejar el tabaco y quizá empiece a salir menos a partir de ahora. Aquí la gente no sabe beber. Después de cenar ya están como un pimiento y los bares cierran cuando las cosas empiezan a ponerse interesantes. Ayer salí con unos amigos por la Place Luxembourg. Estaba lleno de niños de papá que trabajan en el Parlamento Europeo. Fui con unos amigos de la Escuela de Cine e intentamos hacernos pasar por peces gordos y vacilar a un grupito, pero nos descubrieron pronto. Esa gente conoce a todo el mundo y nos pillaron a la primera. Luego estuve bailando con una milf que estaba a tope. Me invitó a un par de cubatas y me dijo que había dejado a su familia en Valencia para venir a trabajar aquí. Se la veía bastante sola. Me dijo que igual podría buscarme un trabajillo haciéndoles algún vídeo y luego me preguntó si quería ir a tomar la última a su casa. Le acompañé a su casa, pero al final me eché atrás. Acabé vomitando en el Uber de vuelta que me había pagado. Ahora creo que le van a cargar una pasta por los servicios de limpieza. Seguro que ni se dará cuenta. Esa gente se gasta en una noche mi presupuesto para el super de un mes. Sin embargo, no me puedo quitar de la cabeza la cara del conductor. Me contó cómo los turcos habían perseguido a su familia y acabó vendiendo todo para venirse aquí. Había pasado de ser contable en un banco a tener que aguantar los tostones etílicos de chavales que apenas sabían situar Armenia en un mapa. Esta mañana tenía grabada a fuego la carita que se le quedó cuando vio la tapicería del coche pringada de pedacitos de kebab sin masticar ni digerir. Una vez más los turcos le habían vuelto a joder.
Echo mucho en falta los vermuts y los pinchos de los sábados. Aquí lo único que me levanta la moral post-resaca es pasearme por el Mark and Spencer que han abierto en la Avenue Louise. Mi pequeño paraíso. Pasillos rebosantes de fantasía: Salchichas de cerdo con manzana picada, Tikka-masala, sandwichs BLT, Pad-Thai, huevos a la escocesa, chocolate con virutas de bacon, pozales de yogur griego, cerveza irlandesa, toda una selección de tapas griegas, mermelada de naranjas de Sevilla aromatizadas al whisky, encurtidos libaneses, scones esponjosos y toda una variedad de panes de centeno escandinavo. El tesoro de Ali Babá de cualquier ejecutivo viajado, goloso y sin tiempo para cocinar. No es mi caso, pero esto no me impide disfrutar del optimismo caprichoso de una selección tan exquisita. Recorro los pasillos y me repito los nombres de cada sección como si fuesen mantras. Especialidades Galesas. Especialidades Galesas. Especialidades Galesas. Las posibilidades son infinitas pero mi solvencia es limitada y no me queda más remedio que andar buscando las etiquetas amarillas con los precios rebajados. Es lo único que me puedo permitir. Suena frustrante, pero te prometo que te encantaría este sitio. La próxima vez que vengas de visita, tengo que llevarte. 
Al final he encontrado un filete de salmón congelado a mitad de precio y una tarta de cumpleaños para una tal Sophie que, por lo visto, nunca pasó a recogerla. No ha sido uno de mis mejores de días, pero si te cuento todo esto es por lo que pasó después. Cuando fui a pagar, la cajera miró la tarta y se echó a reír. “Feliz cumpleaños, Sophie” - me dijo. Tenía los labios cortados por el frío y una piel pálida que contrastaba con la melena morena y alborotada. Intenté encontrar su nombre en la tarjeta que le colgaba del cuello, pero en cuanto vi la foto de un tipo con bigote y los dientes amarillos me di cuenta de que no era ella.“Muchas gracias. Muy amable, Monsieur Legrain”- le respondí. Se volvió a reír. Esta vez con una risa nerviosa, expulsando mucho aire por la nariz y dedicándome una mirada achinada y traviesa. Se le encendieron las mejillas y noté cómo se me derretía el cerebro. Pagué apresuradamente y pedí el ticket. Normalmente el nombre de la persona que te atiende, aparece al final de la compra. Tenía que saber cómo se llamaba.
“Ha sido ud. atendido por Fabrice Legrain”. No hubo suerte pero volveré la semana que viene.
Ya te seguiré contando. 

Espero que estés bien y a ver si nos volvemos a ver pronto.
Varazos.

El jodido.

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